viernes, 5 de octubre de 2012

El pegamento pega


Los humanos usamos pegamento desde tiempos inmemoriales. Con ingenio buscábamos sustancias pegajosas en la naturaleza.

La evidencia más antigua conocida se remonta a hace 80.000 años. Es una gota de alquitrán con una huella de un dedo de un neandertal.

La encontraron científicos alemanes en montañas de Harz de Königsaue (Alemania). El hallazgo sugiere que los antiguos cazadores-recolectores hacían herramientas pegando cabezas de piedra a mangos de madera con pegamento.

El testimonio más antiguo conocido del uso de un adhesivo es del año 3.300 a.C. Es un bajorrelieve que muestra un operario aplicando un adhesivo sobre tiras de madera de sicomoro.

Otro de los pegamentos típicos de la antigüedad es la cola animal. Se hace con tendones, piel y huesos de animales, ricos en colágeno.
Se cuece la mezcla en una olla y se remueve hasta que se forma una gelatina viscosa, que a temperatura ambiente es una gelatina o sólida.

También se usaron durante siglos colas hechas de caseína (proteína presente en la leche y el queso), almidón (en las plantas), caucho, de la vejiga natatoria de algunos pescados, o de sangre, que tiene capacidad adherente gracias a la albúmina.

Las recetas de los pegamentos han ido variando a lo largo de los siglos, según las civilizaciones, los oficios y los usos.

Estos pegamentos están basados en sustancias compactas y viscosas que se metían en los poros de las superficies y anclaban unas a otras por fuerzas mecánicas.

En muchas ocasiones estos adhesivos no duraban demasiado tiempo porque los atacaban hongos y bacterias, ni pegaban con intensidad ya que tenían muchas impurezas y poca sustancia adherente.

Las colas sintéticas 

Las cosas cambiaron con la creación de las colas sintéticas. Sucedió en el siglo XX gracias a los avances de la química orgánica.

A grandes rasgos, las colas sintéticas son líquidos de fácil aplicación formados por pequeñas moléculas que se introducen de manera muy eficaz en los poros de los materiales con los que entran en contacto e incluso forman algunos enlaces por atracción electrostática.

A continuación, estas pequeñas moléculas se unen entre ellas formando en entramado de cadenas que unen firmemente las superficies.

La primera cola de este tipo nació en 1912. El químico alemán Fritz Klatte descubrió el PVA (polivinilacetato), un compuesto químico que polimeriza (se unen muchas moléculas entre sí y forman una larga cadena) dando lugar a un material gomoso.

Con el PVA se creó la cola blanca, que se vendía como una emulsión con agua de aspecto lechoso. Se aplicaba en las superficie que se quería pegar, se juntaban y se esperaba a que el agua se evaporara. Entonces se formaba la goma.

Años más tarde, en 1958, nacería el pegamento de secado rápido, más conocido por su nombre comercial Superglue.

El químico estadounidense Harry Croover investigaba en busca de un plástico transparente para fabricar mirillas de rifles durante la Segunda Guerra Mundial, cuando descubrió otro monómero que podía actuar como pegamento, el cianoacrilato.

Este fragua (se polimeriza y pasa de líquido a sólido) en pocos segundos en presencia de agua, que puede captar de la humedad ambiente.

Precisamente por su avidez por el agua, cuando nos cae una gota en un dedo se pega enseguida y con gran intensidad. Es así porque nuestra piel es húmeda y el pegamento enseguida toma agua de ella para solidificarse.

Para despegar dos dedos lo mejor es aplicar acetona (quitaesmalte).

Los pegamentos actuales en el mercado son casi todos de este tipo. La molécula que los forma varía en función del material que deban pegar y de las condiciones ambientales en las que se vaya a aplicar el pegamento.

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